Siempre
hemos considerado la República Dominicana como la cuna del merengue y hay
varias razones que nos incitan a ello. Pero en contra de la opinión general, los
primeros años de la historia del merengue lo sitúan en diferentes puntos a lo
largo de todo el Caribe:
En
Puerto Rico, desfiles de bandas Cubanas introdujeron la upa (que después se
conocería como merengue) alrededor del año 1842. Era una variación de la danza
que contenía rasgos Africanos y con un estilo de baile diferente que la
élite local categorizó de “influencia corrupta”. Pronto se aprobaron incluso
leyes por las que se multaba y encarcelaba a todo aquel que se deleitase en él.
Bajo tanta presión el merengue en Puerto Rico desapareció en los años cuarenta,
pero tuvo la última palabra: su puesto fue posteriormente ocupado por el
merengue Dominicano.
También
Colombia y Venezuela desarrollaron versiones propias desde los últimos años del
siglo XIX hasta su momento cumbre en la década de los treinta del siglo
siguiente. Se concentraban sobre todo en zonas costeras, lo que indica una
influencia externa, pero sus orígenes son inciertos.
Johnny Ventura
Un
joven músico, Johnny Ventura, supo captar la esencia del momento y estuvo a la
cabeza del proceso de integración del merengue en la cultura popular
Latinoamericana. Como contraste con los compositores que habían sufrido años de
represión creativa, las canciones de Johnny Ventura reflejaban una cualidad
nueva y exuberante, debida en gran medida a su falta de contacto con el régimen
de Trujillo. Su grupo, El combo-Show, también era innovador: la palabra “combo”
hace referencia a una formación más reducida, similar a la encontrada en los
Conjuntos Cubanos, que contenía sólo de dos a cinco instrumentos de metal; y la
palabra “show” se refiere al espectáculo visual- una idea importada de los
Estados Unidos donde todos los músicos tocaban de pie, y los vocalistas
bailaban a la vez de cantar (Anteriormente, todos los músicos actuaban
sentados). Esta formación desplegada por el Combo-Show causó furor en el mundo
del espectáculo Dominicano, algo que, consecuentemente, el resto de artistas se
vio forzado a adoptar.
Esta innovación
en los escenarios fue complementada por una astuta estrategia mercantil
planeada por el director de la banda, William Liriano. Se dio cuenta de que la
mayor competencia de Ventura era la música extranjera que sonaba en la radio,
con lo que promovió actuaciones en vivo adaptadas especialmente a una audiencia
de campesinos y vecinos de los barrios. Fue la primera vez que se aplicaron
tácticas mercantiles al merengue como producto, una práctica que más tarde
ayudaría en la internacionalización del merengue a expensas de la salsa.
Juan Luis Guerra
Sin lugar a dudas, su
mayor legado es la producción de merengues y bachatas con las que consiguió
atraer audiencias de distintas clases sociales: se trata de música de fiesta
para la mayoría que incluye en sus líricas agudos comentarios para la intelectualidad.
Guerra llama a su música “el merengue dual”; música para bailar y pensar al
mismo tiempo.
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